Que hace tiempo en pueblo de Santa María Sola de Vega, Oaxaca había un joven llamado José Antonio al que le gustaban mucho las mujeres. No le importaba que fueran feas, guapas, gordas, altas, chaparras, solteras, casadas o viudas para José Antonio todas eran iguales él era alto blanco y garboso, cargaba un bigotazo espeso bien recortado era medio bragado el indio de la sierra, de allá de mi mera tierra, donde el gozo del macho de tener muchas mujeres, mezcales por garrafas y valor de enfrentarse a la muerte como los meros machos, no de balde era macho, cuando la plata le faltaba lo solucionaba vendiendo un ganado de los de su “viejo”, que ni él sabía, cuanto era de su padre.
Su padre era rudo trabajador de la ganadería, cuando veía a su hijo en problemas le decía con tono muy fuerte “Algún día José Antonio, Díos te va a castigar por engañar a las mujeres”.
Ya vez que por ese vicio, nunca estas en casa, ni atiendes el trabajo, pero un día de estos te vas a llevar un terrible susto, ya ves que te vas de noche y regresas ya de madrugada, te pueden hacer algo hijo cuídate y siempre encomiéndate a Dios para que te proteja
¡Sí Papá! Pero ya vas a empezar con lo mismo “Ya mero voy a dejar de ser querendón con las mujeres” pos por algo soy hombre.
¡No Papá!. Decía José Antonio riéndose de su padre, luego se salía corriendo de la casa dejando a su padre hablando solo.
Hasta que un día conoció al verdadero amor, era una joven de su pueblo de quién se enamoró perdidamente, como un loco que dejo de enamorar a las mujeres que encontraba a su paso, un día perdido entre las copas, sin recordar nada en la madrugada lluviosa a eso de las 3 de la mañana, se le apareció una mujer muy bonita igual a su novia vestida de blanco, con una cinturita bien formada, su cabello era largo hasta la cintura; pensando que era ella, la fue siguiendo sin pensar que esa mujer era la matlacihua ó la bandolera, hasta la borrachera se le quito del susto al percatarse que era la muerte, empezó a gritar como loco desesperado de la impresión de verla.
La bandolera se lo llevo hasta el cerro y ahí lo a atonto y lo lastimó, quedo todo rasguñado herido y loco.
Los peones de la hacienda que estaban en el cerro; se espantaron por los gritos espantosos de José Antonio y fueron a despertar al patrón, el viejo dijo preocupado ¡Esos gritos son de ese mal nacido de José Antonio, ojala que no lo hayan macheteado!, ¡Vamos a buscarlo!, todos salieron con hachones de ocotes encendidos para buscar al enamorado, peinaron todo el llano sin encontrar al perdido y entonces subieron al cerro en donde esta una piedra que es como una cueva, que para pasar al otro lado tienen que pasar por debajo de la piedra, en ese lugar está una cascada.
Según cuentan los habitantes del pueblo, esa cascada no existía, nació cuando una persona dio a un hijo por que así lo había dicho el sacerdote que una madre tenía que sacrificar a un niño entonces se reunieron en ese lugar y les dijo, que dejarán al niño en una piedrita y que todos le dieran la espalda al niño que no lo vieran y cuando voltearon a ver el niño había desaparecido y empezó a brotar el agua así fue que se volvió una cascada que dicen que es encantada porque ahí no había agua y de repente se encontró la cascada.
Ahí notaron que los gritos provenían de un alto peñasco saturado de espinas y magueyales, los hombres más bravos subieron a duras penas al agresivo peñasco y cuando lograron llegar a la cima, ahí encontraron al enamorado completamente desnudo y cubierto de profundas heridas, como si un tigre lo hubiera acariciado en todo el cuerpo con sus garras.
Con aquella experiencia a José Antonio no le dieron ni ganas de andar enamorando mujeres ni siquiera quiso acercarse a sus consentidas ni a su hermosa y bella novia que vivía cerca de su casa por el temor que fuera una Matlacihua disfrazada.
José Antonio decía que esa mujer tenía su cara de muerte y le dijo, que eso era para que ya no estuviera buscando mujeres, por que si no, se le iba a parecer otra vez y se lo iba a llevar con ella.
Él sufrió tanto, que por las noches gritaba como loco desesperado, que vía a la mujer vestida de blanco que lo llamaba a su lado para que la enamorara.
Su papá no sabía que hacer, veía a su hijo tan mal, que salió por la madrugada para buscar a esa mala mujer, que le estaba haciendo daño a su hijo, sin pensar que esa mujer era la matlacihua ó bandolera.
Había luna llena que alumbraba todo el llano el señor siguió caminando para ver si encontraba a esa mujer, pero no la encontró ya que la Matlacihua ó bandolera era el “aire malo” que solo buscaba a los hombres que estuvieran borrachos.
El señor se canso de andar buscando y no la encontró y decidió regresar a su casa cuando de repente al llegar a su casa vio a una mujer que estaba llamando a su hijo él le disparo pero las balas no salían, es como si su arma se hubiera trabado, de repente la mujer desapareció y entonces su arma comenzó a disparar pero aquella mujer ya había desaparecido.
El muchacho quedó loco hasta que un día el Párroco fue a bendecir la casa y a José Antonio para que la Matlacihua ya no lo persiguiera y estuviera en paz, así fue como José Antonio recapacito y salió adelante con la ayuda de su Padre y el sacerdote.