Los enigmas de las misteriosas momias Chinchorro

Los enigmas que envuelven a las antiquísimas momias Chinchorro de Chile buscan respuestas en el Egipto de los faraones, a través de un potencial acuerdo de colaboración entre instituciones de ambos países. Expertos chilenos y egipcios se citaron en El Cairo con el apoyo de la Unesco para intercambiar información sobre bioarqueología, un campo en el que los sudamericanos tienen particular interés en colaborar con sus colegas africanos.

Las modernas técnicas para sustraer el ADN y otra información biológica de las momias pueden ayudar a desentrañar cómo vivían, qué relaciones familiares tenían o, incluso, su menú diario. «Ojalá en un futuro podamos desarrollar más colaboración en conservación de restos de momias, intercambio de estudiantes o académicos. Sería lo ideal», dijo el antropólogo chileno Bernardo Arriaza, director de Relaciones Internacionales de la Universidad de Tarapaca.

El potencial acuerdo, propuesto por Chile, prevé el intercambio de información en el campo de la bioarqueología y de la conservación de momias, que se plasmaría en un memorando de entendimiento entre la Universidad de Tarapaca y el Museo Nacional de la Civilización Egipcia, según afirmó el embajador chileno en El Cairo, Fernando Zalaquett.

Los investigadores chilenos están interesados, en especial, en los estudios de «ADN antiguo» que se están desarrollando en Egipto, que se podrían aplicar a las momias Chinchorro para determinar las relaciones de parentesco entre los muertos que fueron sepultados en enterramientos colectivos, según Arriaza.

Con esta información genética se podría averiguar por qué los chinchorros hacían este tipo de sepelios y se podría confirmar si los finados se trataban de miembros de la misma familia, como sospechan los arqueólogos.

7.000 años de antigüedad

«Podríamos iluminar el camino de las investigaciones y validar las hipótesis que a veces se plantean», comentó Arriaza, uno de los investigadores más reconocidos en el estudio de las momias Chinchorro que, con hasta 7.000 años de antigüedad, precedieron en dos milenios a las más famosas momias egipcias.

El acuerdo de colaboración también podría abrir las puertas a mejorar la preservación de los restos arqueológicos y, por medio del intercambio de estudiantes y académicos, serviría para «motivar a las nuevas generaciones para que se entusiasmen también».

Arriaza explicó que los chinchorros eran una sociedad primitiva, de cazadores y recolectores que habitaron el desierto de Atacama, en el norte de Chile, pero que pusieron «mucha energía en preparar a los muertos para la otra vida y de forma muy compleja, muy elaborada». Usaban arcillas vegetales y maderas para momificar a los muertos, incluyendo a niños y fetos, y los decoraban con pigmentos para crear «verdaderas obras de arte».

Los egipcios, en cambio, usaban otras técnicas en la manipulación del cuerpo, empleaban sales para desecarlos y bitúmenes y aceites para embalsamar los restos de los faraones y los nobles de la época.

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