En el Tarot, el Diablo está personificado bajo el aterrador semblante del Baphomet templario: pezuñas y cabeza de cabra, caderas peludas y alas de murciélago. Lo soportan dos personajes que como él, son semihumanos que son características de las pasiones que apresan al mortal y lo trasladan a un goce meramente animal. Es el arcano de la relación, de las cadenas que dominan y que hay que fragmentar con un hecho de valor.